En
esta tarde silenciosa
en
que mi vida se desliza hacia otra vida
extraño
más que nunca
los
días en que la vida me amaba,
en
que tu juventud me sonreía,
en
los que la noche era corta
y
bastaba la oscuridad para verte.
Extraño
la risa de los dos
recorriendo
la casa donde vivían nuestros sueños,
las
primeras caricias del sol al regresar de la noche
y
tus manos anudándose a las mías.
Extraño
ese mundo que era de los dos:
la
calle, el ruido de la ciudad,
el
anonimato cuando nos abrazábamos y soñábamos
con
otros días y otros mundos,
todos
los imposibles que recorrimos juntos
y
el tiempo perdido de tu ausencia.
Extraño
ese que fui en tus brazos,
el
hombre que ya no soy,
el
amado tuyo, tu amor.