Te
observo
sentada
a orillas del Rin,
plena
de juventud,
mirando
distraída el horizonte
mientras
el verano te envuelve
y
la brisa eriza mis ilusiones.
Me
traes de un golpe
todo
el calor de tu querer,
de
tu amor,
de
la ternura
que
se asoma a tu sonrisa
y
a esos ojos
que
no conocen de tristezas.
El
pelo dulcemente desordenado
de
un coqueto
entre
inocente y seductor,
que
cae descuidado sobre tus hombros
todo
lo cubre y lo muestra.
Desde
tus sueños
me
miras
llena
de optimismo.
Me
devuelves la felicidad
como
si el tiempo se hubiera parado
para
dejar en mi corazón el rastro
del
amor que aún no conocía.
Eres
un instante eterno
que
me adora
y me devuelve los sueños
y me devuelve los sueños
de
la vida interminable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario