Así
pues esto es la vejez.
Un
montón de recuerdos
desparramados
en el ayer.
Dolores
que no cesan
y
que se callan.
Unas
ganas locas
de
quedarse sentado
mirando
un mar que no se volverá a nadar.
Besos
y miradas
congeladas
en la piel.
Gritos
que vienen de lejos
y
que erizan las tardes.
Una
insatisfacción
un
desasosiego,
un
morir de ganas de seguir siendo
y
de desear no ser al mismo tiempo.
Mirarse
al espejo
y
ver que se es otro,
otro
que nos conoce de memoria.
Acercarse
al abismo
con
los ojos del miedo
abiertos
de par en par.
Cerrar
los ojos
para
soñar
que esto
no
nos está pasando a nosotros.
Escribir
como única forma
de
no morir del todo.
Y
sonreír, siempre sonreír
negando
el pavor de los días contados.
Así
que esto fue la vida
y
ya no recuerdo para qué fui feliz.
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